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Miércoles, 21 Septiembre 2022 13:19

El sistema inmunitario o el árbol en el bosque

Andrés París
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Imagina un árbol, un frondoso árbol de luces verdes y ancho tronco delante de ti. Imagina que te encomiendan la labor de observarlo, de entender su esencia, de volverlo modelo y teoría para la vida. Entonces, temeroso y trémulo, sin saber por dónde empezar tamaña empresa, quizá se te ocurra equiparte de los mejores instrumentos, quizá recurras a polvorientos manuales de botánica. Empezarás a recoger datos sin contemplación: el color de una de sus flores, la altura del ejemplar, el calibre de las raíces… y, tras sesudos pensamientos, tras una centuria de investigación con suerte, llegarás a la bella conclusión de que ese árbol —tu preciado árbol— realiza un proceso al que has denominado, con acierto etimológico, Fotosíntesis.

Orgulloso de tu hallazgo, decides tomar un merecido descanso bajo la sombra de sus hojas. Y cuando los ojos cierran y la sonrisa abre satisfecha, de pronto, te sorprende un pájaro que brota del tronco, un pájaro cantarín y menudo en el que no habías reparado en tan largo tiempo. Restregándote los ojos, te encaramas a su nido y compruebas que tiene además una prole a la que alimenta con las lombrices de la tierra que siempre has pisado. Con asombro, retrocedes unos pasos, y tus pies se topan con el sombrero de una seta que intercambia, en armonía y comunión, materia y energía con las raíces de tu árbol; unas raíces que, además, han partido, con esmero y paciencia, el corazón de las piedras más duras…

Sin saber cómo, en un instante, descubrimiento tras descubrimiento, tu árbol poco a poco deja de ser sólo tu árbol fotosintético; tu árbol se convierte en una red de redes, en un rompecabezas de innúmeros nodos y lazos tan insospechados, a priori, como fundamentales para la vida.

De forma parecida, nuestra verdadera comprensión del sistema inmunitario, el árbol, empieza a iluminarse. Si durante buena parte del siglo XX definíamos al sistema inmunitario como “aquello que nos defiende contra los patógenos”; sólo ahora, en pleno siglo XXI, a golpe de revolución científica, empezamos a entender, lentamente, las verdaderas implicaciones que la inmunidad tiene. Así, el pájaro, las lombrices, la seta, la piedra rota… se convierten en: la regulación metabólica y senescente del organismo, la reparación de lesiones en tejidos y células, la eliminación de células cancerosas, la coordinación con la microbiota, con el sistema endocrino, el nervioso, el locomotor… (Eberl and Pradeu, 2018).

Tenemos la gran suerte de vivir un momento esplendoroso, un cambio de paradigma: la oportunidad de ver por fin el árbol inmunitario dentro del inmenso bosque de la homeostasis.

 

Andrés París es investigador predoctoral en el CNB, en el grupo de nanomedicina, inmunoterapía de cáncer y enfermedades autoinmunes, y además escribe poesia 

Entrevista completa con Lucía Casas

Noticia sobre su último trabajo científico