“Dieter recuerda dolorosamente bien aquel viaje a Creta con su hermana pequeña. La que murió de cáncer poco después, dejándole un vacío imposible de llenar. Las cosas que sucedieron en aquel viaje, los encuentros con una pareja singular, la luz mediterránea y las ruinas griegas se mezclan con su sentido de culpabilidad, de no haber estado suficientemente a su lado, tal vez incluso de haberla traicionado.”

Esta es, aproximadamente, la sinopsis de una novela titulada “Ierapetra, or his sister’s keeper”. En realidad, no llama mucho la atención ¿cierto? Podríamos imaginar el desenlace y recordar novelas con argumentos similares. Nos podríamos preguntar si merece la pena leerla o no. Pero esto no lo sabremos. Porque esta novela no se ha publicado. Y lo más singular es que el autor es uno de los ganadores del premio Nobel de química de 2017. Joachim Frank desarrolló una técnica para mejorar la resolución de las imágenes del microscopio electrónico, de manera que ahora podemos “ver” moléculas. Unidades tan pequeñas que antes de su invención solamente se veían como una mancha borrosa. Las consecuencias de este avance están siendo espectaculares. Por ejemplo, investigadores del Instituto Tecnológico Federal de Suiza en Lausanne, pudieron observar la famosa proteína “spike” de la variante omicron del virus SARS-CoV-2 e identificar las mutaciones que permitían a esta variante hacerse resistente a algunas vacunas. De hecho, el CNB tiene uno de los mejores microscopios crioelectrónicos de Europa, que aprovecha los descubrimientos de Frank y de sus colegas con los que compartió el Nobel.

Pero lo que me interesa es que Frank pone en su minibiografía en Twitter “wantstobeawriter”. Frank siempre explica su frustración porque ha escrito ya cuatro novelas, pero no encuentra editorial que se las publique. Solamente ha podido publicar algunos poemas e historias cortas en varias revistas. También tiene una web en la que dice: “Empecé este sitio porque hoy en día uno necesita una presencia para estar presente y la presencia física ya no es suficiente para ser visto en este nebuloso espacio virtual.”. De esa web es de donde he sacado la sinopsis de Ierapetra.

¿Es Frank un científico singular? ¿o es común que los científicos cultiven la literatura? Y ¿es frecuente que los escritores cultiven la ciencia? ¿Qué podemos deducir de esta pequeña historia?