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Lunes, 29 Abril 2019 18:24

Sigue la vida: recuerdos de un científico VII

Miguel Vicente
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Moscú de la Revolución. Portada de la primera edición de la obra de Manuel Vázquez Montalbán Moscú de la Revolución. Portada de la primera edición de la obra de Manuel Vázquez Montalbán

Con los años lejos de ser el anciano respetable y bondadoso que yo me esperaba, me he convertido en un viejo resentido y antipático, pero no me importa porque ya puedo opinar lo que me apetece. Miguel Vicente.

Recuerdo 7: Mi heroína soviética

“Nunca fuera caballero de damas tan bien servido como fuera Don Quijote cuando de su aldea vino” Miguel de Cervantes.

Los urinarios del Palacio de los Congresos del Kremlin, ahora llamado Palacio Estatal del Kremlin, son de porcelana de Villeroy & Boch. Hasta ese momento en septiembre de 1990 solo había visto esa porcelana en vajillas de selectos restaurantes y cuando los utilicé en Moscú para evacuar sentí algo muy raro, nunca me hubiera imaginado un lujo así en el local donde se celebraron los congresos del Partido Comunista de la Unión Soviética y las sesiones del Soviet Supremo de la URSS. Invitado por la Academia Soviética de las Ciencias estaba visitando Moscú y Kiev en los últimos años de la Unión Soviética. Mi viaje reunió multitud de peripecias, la más insólita fue el día en que tenía que coger un tren para ir de Moscú a Kiev.

Una revolución en su ocaso

Todo en Moscú me sorprendía. Había leído con detenimiento el libro que ese mismo año había publicado Manuel Vázquez Montalbán, el Moscú de la Revolución, y al pasar podía reconocer bastantes escenarios de los que describía. Como me ha ocurrido tantas veces en las que antes de visitar un lugar me he empapado de su arquitectura y su historia me parecía todo familiar. La Plaza Roja, el mausoleo de Lenin, la catedral de San Basilio y los almacenes GUM, todo al lado del Kremlin estaba en el sitio que ocupaba en mi imaginación. Una extraña sensación de déjà vu tan solo quebrada por la gran cola esperando a entrar al McDonald’s que se había abierto en enero, uno de los símbolos de la apertura del régimen soviético al capitalismo occidental auspiciada por Gorbachov.

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 La cola para comprar en McDonald’s. ¿Comenzó con una hamburguesa la destrucción de la Unión Soviética?

Mi visita la había organizado la Academia Soviética de Ciencias y me habían asignado a una estudiante, Vlada Nikitina, para guiarme en Moscú. Al día siguiente a mi llegada a Rusia, me debía llevar por la tarde desde la vetusta (y mugrienta) residencia de la Academia hasta la estación de tren. Los trenes en la Unión Soviética se rigen por la hora de Moscú, eso me descolocaba. En un país como Chile no sería un problema, pero la Unión Soviética se extiende de este a oeste por unos diez husos horarios. Se hacía ya tarde y ella no llegaba. Mi impaciencia cambió a preocupación cuando al llamar al teléfono que me había dado me contestaron en ruso y pese a mi librito de “Ruso para viajeros” lógicamente no pude entender nada. Vlada apareció en mi habitación como media hora antes de la salida del tren cuando yo ya había sido poseído por el pánico. Se le había parado el reloj mientras estaba con su amigo que la venía a ver esa tarde, me dijo. Pensé que eso del reloj roto era una forma curiosa de llamar a lo que mi retorcida mente se podía imaginar.

El tren infinito

Aunque nos llevaba un coche de la Academia con conductor, llegamos a la estación cinco minutos antes de la hora. El tren muy largo y, como era previsible, mi vagón era de los de cabeza. A falta de un minuto para la salida Vlada me pide que suba al vagón más cercano y ella se sube también con mi maleta y según me va diciendo pide a un viajero que me lleve hasta mi asiento. Suena en ese momento el pitido de la locomotora y el tren se pone en marcha mientras ella todavía da instrucciones al señor que tiene mi maleta. Quiere bajarse del tren y aunque le digo que estando ya en marcha lo sensato es esperar a la primera parada me dice que no puede, que si llega a otro sitio se la carga. Por la ventanilla veo a Vlada rodando por el andén al que se ha tirado desde el tren y la pierdo de vista. Si el temor de Vlada la había empujado a tirarse al andén, imaginaba yo que el pelotón de fusilamiento era lo mínimo que podía aguardarle si la pillaban sin permiso en la siguiente estación. No existiendo en la época teléfonos portátiles ni nada parecido me fui a Kiev sin saber lo que la temeridad había deparado a la intrépida joven.

Encuentro en lugares remotos

Aunque ya habían pasado cuatro años, Kiev vivía todavía la pesadilla del accidente de la central nuclear de Chernóbil. En la estación me esperaba Evgenia Paton, investigadora del Instituto de Biología Molecular y Genética de la Academia de Ciencias de Ucrania, mi anfitriona. Evgenia era nieta de Evgeny Paton, el ingeniero que diseñó el puente de hierro sobre el Dnieper, el primero del mundo totalmente construido con soldadura en lugar de remaches, un héroe para los ucranianos. Ahora en 2019 y con 100 años cumplidos, Boris Paton, el padre de Evgenia todavía preside la Academia. En su momento fue contrario a la construcción de la central nuclear.

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Iglesia de San Andrés en Kiev. Con Evgenia Paton recién llegado a Kiev visitando la ciudad antes de comer

Sin haberme repuesto de mi primera aventura en la Unión Soviética me esperaba otra. Evgenia me anunció que, tras pasar por el hotel y llevarme a ver algunas maravillas arquitectónicas de Kiev, comeríamos en casa de la directora de su departamento, la profesora Anna El'skaya quien tenía ese domingo a un invitado español. No recuerdo si pronuncié la frase “Dr. Livingston supongo” cuando por la puerta del hogar de la profesora apareció el mismo Carlos Gancedo en persona. Mi sensación era como si hubiese revivido el encuentro de Stanley y Livingston en el corazón de África. Conocí a Carlos cuando junto con Juana María, su esposa, trabajaban en el Instituto de Enzimología, dirigido por Alberto Sols. El instituto más tarde se trasladó al Campus de Medicina de la Universidad Autónoma, pero cuando yo hacía mi tesis en el CIB estaba en la cuarta planta, al lado de mi laboratorio. A Carlos también le habían llevado a ver la ciudad esa mañana por lo que parecía natural que la Profesora El'skaya, su anfitriona, le preguntase qué le había gustado más de Kiev. Si me hubiesen preguntado a mí no hubiera pasado de responder cualquier vulgaridad, pero la sorprendente y brillante respuesta de Carlos fue “lo que más me ha gustado has sido tu”.

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El laboratorio de Evgenia Paton. La imagen ilustra el tipo de hospitalidad que recibí de Evgenia mientras estuve en Kiev. No era fácil en esos años encontrar sitios adecuados para comer y Evgenia y sus colaboradores proporcionaban exquisitos manjares al visitante.

El estanque de los enamorados

Tras los días en Kiev debía regresar a Moscú para continuar mi visita al Instituto de Genética y Selección de Microorganismos Industriales en donde se volvería a encargar de mi estancia el Prof. Alexander Mironov. El viaje de vuelta me proporcionó otra aventura, menos dramática quizás pero muy sentimental. A la extraña hora de Moscú que determinaba la salida del tren, Evgenia y unos amigos me llevaron a mi asiento con tiempo suficiente para que nadie tuviese que arriesgar su físico tirándose en marcha. Cuando creía ya que sería un viaje sin problemas, noté que la señora que ocupaba el otro asiento del compartimento, a quien no podía entender ni una palabra de ruso, estaba visiblemente contrariada. La traducción era que según no se qué normativa de uno de esos convenios que siempre se han firmado o en Ginebra o en La Haya, la señora decía que en viajes nocturnos dos personas de distinto sexo no pueden compartir el mismo compartimento si alguno de los dos no está de acuerdo. Solo pude pedir a Evgenia que dijese a Tatiana, como luego supe se llamaba, que ante la salida inminente del tren y como yo no podía hacerme entender que lo resolviese ella con el revisor y yo aceptaría lo que dispusiesen.

Pasado un tiempo de viaje no sabía muy bien qué hacer, y recurrí a “Ruso para viajeros”. Mezclado con un poco de inglés que ella apenas hablaba entendí que me consideraba inofensivo y que no llamaría al revisor. Parece mentira cómo se puede uno comunicar en esas circunstancias, pero me enteré de su nombre, Tatiana Kovalchuk, de su edad, de que vivía en Uman, era economista y tenía una hija. También supe que en Uman hay un parque con un estanque a donde van las parejas de enamorados para declararse su amor. Llegando a Moscú nos dimos nuestras direcciones postales y nos despedimos. Allí estaba Alexander para llevarme de nuevo a la residencia en donde a Alexander le dijeron que Vlada nos diría qué hacer, y fue esa una de las noticias que me han alegrado más en la vida. Aunque Vlada lucía una brecha en la frente con un par de puntos, estaba viva. Las instrucciones eran ir a un hotel de la Academia más adecuado para estancias más largas y un poco menos mugriento que la residencia para estancias cortas donde unos días antes yo me había desesperado por su retraso. Ese cochambroso edificio me dijeron que poco tiempo después fue reconstruído y modernizado.

Evgenia, Alexander y el profesor Vladimir Debabov, también de instituto de Moscú, visitaron mi laboratorio del CIB en 1991 y yo volví por unos días a Moscú en 1992 cuando ya la Unión Soviética empezaba a ser solo un recuerdo en la historia. Evgenia falleció en 2009 a los 53 años. Con Tatiana intercambié tarjetas de navidad, en inglés, hasta hace unos diez años y ya no he vuelto a recibir respuesta. Pero de Vlada, la chica que por mi causa se arrojó desde un tren en marcha en una estación de Moscú nunca más volví a tener noticias.

 

ENLACES

Moscú de la Revolución: https://elpais.com/diario/1990/06/18/cultura/645660002_850215.html

Palacio de los Congresos del Kremlin (ahora Palacio Estatal): https://es.wikipedia.org/wiki/Palacio_Estatal_del_Kremlin

Villeroy & Boch: https://pro.villeroy-boch.com/en/gb/bathroom-and-wellness/products/categories/urinals.html

McDonald’s de Moscú: https://es.globalvoices.org/2016/07/13/hace-25-anos-la-urss-enloquecio-por-su-primer-mcdonalds-ahora-esa-alegria-le-pertenece-a-siberia/

Gorvachov: https://es.wikipedia.org/wiki/Mija%C3%ADl_Gorbachov

Institute of Genetics and Selection of Industrial Microorganisms: http://eng.genetika.ru

Chernóbil: https://es.wikipedia.org/wiki/Accidente_de_Chernóbil

Chernóbil 2: https://elpais.com/elpais/2019/02/27/ciencia/1551268669_559059.html

Institute of Molecular Biology and Genetics. Ukrainian Academy of Sciences:  http://www.imbg.org.ua/en/

Puente Paton: https://en.wikipedia.org/wiki/Paton_Bridge

Anna El´skaya: http://elskaya.arbat.name/eindex.htm

Carlos Gancedo: https://academic.oup.com/femsyr/article/17/7/fox070/4103543

Park Sofiyivka en Uman: https://ukraine-kiev-tour.com/ukraine_uman_sights_park_sofiyivka.html

Visita de Evgenia Paton, Alexander Mironov y Vladimir Debabov al CIB: https://elpais.com/diario/1991/09/30/sociedad/686185203_850215.html