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Miércoles, 30 Noviembre 2022 18:17

SIGUE LA VIDA: RECUERDOS DE UN CIENTÍFICO XII, OEIRAS: LA FUNDACIÓN GULBENKIAN

Miguel Vicente
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Con los años lejos de ser el anciano respetable y bondadoso que yo me esperaba, me he convertido en un viejo resentido y antipático, pero no me importa porque ya puedo opinar lo que me apetece. Miguel Vicente

Recuerdo XII
Oeiras: La Fundación Gulbenkian

Em Portugal quando o sol sai o galo canta e se alegram os coraçoes” Lema turístico en un souvenir de los años sesenta en Caminha.

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Llegar a Lisboa por el puente 25 de Abril, antes llamado puente Salazar, tiene un aire de película americana. La vista me recuerda a la escena de Dustin Hofmann en El Graduado cruzando el Golden Gate.

El 25 de abril de 1974 fue el día en el que los coroneles del ejército, al radiarse la canción Grandola Vila Morena iniciaron la revolución de los claveles que acabó con la dictadura en Portugal.

 

Cuentan que Calouste Gulbenkian, un armenio nacido en Turquía se enriqueció con la explotación del petróleo de Oriente Medio, le llamaban el señor “cinco por ciento” porque desde 1914 recibía ese porcentaje de todas las ventas de petróleo iraquí.
Sin entrar en detalles, en 1942, al desaparecer el Imperio Otomano, los efectos de la persecución de los armenios y la Segunda Guerra Mundial llevaron a Gulbenkian a refugiarse en Lisboa donde se quedó hasta su muerte en 1955. El dictador Salazar le garantizó que su herencia no se diluiría en impuestos, y Gulbenkian testó a favor de Portugal. La Fundación Gulbenkian recibió la excepcional colección de arte y una enorme fortuna del magnate.
Además del famoso museo lisboeta que la alberga, la fundación patrocina importantes eventos musicales y también estableció un excelente centro de investigación, el Instituto Gulbenkian de Ciencia que en Oeiras dirigió durante los últimos años del siglo pasado el profesor Nicolau Van Uden. Era el director de tesis de Pepe Martínez Peinado, que luego sería catedrático de Microbiología en la Facultad de Farmacia de la Complutense. Van Uden tenía en esos momentos una colaboradora, Manuela Vidal, que destacaba por su simpatía y buena presencia realzada por una deslumbrante bata blanca.
Oeiras es un precioso pueblo localizado en la orilla norte del mar de la Paja, la desembocadura del Tajo, a medio camino entre Lisboa y Cascais. En Oeiras se localiza asimismo la Estación Agronómica y el ITQB de la Universidad Nueva de Lisboa. Ocupan en su conjunto un campus ubicado en la Quinta del Marqués de Pombal, conde de Oeiras el rico aristócrata representante del Despotismo Ilustrado y reformador de Portugal que vivió en el siglo dieciocho.

Pombal copy

El monumento al marqués de Pombal en Lisboa corona la avenida de la Libertad y da paso al parque en el que está la Estufa Fría, un majestuoso invernadero donde refrescarse en pleno verano. Dibujo del autor.


En los años setenta y con el nombre de Estudios Avanzados de Oeiras se establecieron unos excelentes cursos de verano a nivel doctorado. En 1971 dirigido por el jesuita Luis Archer de la Universidad de Oporto, el “padre Archer” bien conectado con la Universidad jesuita de Georgetown en Washington DC, tuvo lugar en Oeiras un curso de Biología Molecular con la participación como profesor invitado de Bill Brammar, por entonces estrecho colaborador de Noreen Murray en el departamento de Biología Molecular de la Universidad de Edimburgo.

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El padre Archer, Herminia de Lencastre, Manuela Vidal y Van Uden. Foto tomada de la Sociedad Portuguesa de Microbiologia.

Fue para mi un mes de agosto digno de recordarse. Entre los alumnos se encontraban estudiantes que luego han sido investigadores y docentes muy conocidos, Marta Izquierdo, Evelio Perea, Víctor Fernández entre los españoles, Herminia de Lencastre por parte portuguesa. Tania Zucchi de Riberao Preto por el lado brasileño. Muchos nos alojamos en el Colegio Marista de Carcavelos, al que llamábamos “el monasterio”, desayunábamos en una “Pastelaria” en la plaza de ese pueblo, comíamos en la cafetería del Instituto y muchas tardes cenábamos en un bar en Carcavelos cuyo dueño se llamaba Americo y servía comidas populares, filetes, sardinas, huevos, jamón.

Azeitao

En los cursos de Oeiras una tarde se dedicaba a una fiesta al aire libre en la Quinta das Torres en Azeitao, al sur del Tajo cerca de Setúbal. En el grupo desde la izquierda Tania Zucchi (de Ribeirao Preto, Brasil) un compañero de curso portugués cuyo nombre no recuerdo, Víctor Fernández (del antiguo Instituto Rocasolano del CSIC), Miguel Vicente (del CIB, CSIC), María Rosa Costa (entonces en la universidad de Georgetown, discípula de Archer), Alfonso Tapia (del CIB, CSIC), Evelio Perea (del Hospital Puerta de Hierro, entonces en Madrid) y su esposa María Victoria Borobio.


A un paso de Oeiras en la costa del Mar de la Paja se encuentran Estoril y Cascais y ya en la costa Atlántica la Boca del Infierno, una gruta marina sin techo en cuyo interior rompen las olas, y el Cabo de Roca en donde la tierra se acaba y comienza el mar y según el certificado que expiden a los visitantes palpita el espíritu de aventura que llevó a las carabelas portuguesas en busca de nuevos mundos. Algo al interior en la sierra está Sintra con un palacio cuyo estilo neomanuelino anticipó ya en el siglo diecinueve el entorno de El Señor de los Anillos, es el Palacio de Pena.

El curso de Biología Molecular era sobre todo de carácter práctico, bastante inspirado por los cursos de universidades americanas y del Reino Unido. A diferencia de España, donde los profesores pregonaban en clase las calificaciones de los exámenes, en Oeiras eran confidenciales y no eran puntuadas de cero a diez sino ordenadas con letras griegas. Para la última semana del curso se nos propuso desarrollar un breve proyecto individual. Carlos González Aragón, que hacía su tesis con Enrique Cerdá en Sevilla se ofreció a ayudarme y nos pusimos a intentar obtener un bacteriofago de Pseudomonas putida que quería para mi propia tesis dirigida por José Luis Cánovas. No lo acabamos todo, pero me llevé resultados intermedios para seguir en Madrid.
Portugal y España sufrían desde los años treinta las dictaduras de Salazar y Franco respectivamente. António de Oliveira Salazar había muerto en 1970 pero ya desde 1968 había sido sustituido por Marcelo Caetano que se encargaba de dar continuidad a la dictadura. En España se temía a la brigada político social con su infame “Billy el niño” y en Portugal a la PIDE. El servicio militar era obligatorio, cosa más grave en Portugal que se enfrentaba a guerras en sus aún numerosas colonias como Angola. Por todas partes se veían carteles en los que sobre el mapa de Europa estaban representadas las colonias portuguesas a la misma escala proclamando que Portugal no era un país pequeño, mostrando como prueba la lista de todas ellas.


Los fines de semana se podían dedicar a descubrir Lisboa y sus alrededores, a ir al bar autoservicio del turístico y algo elitista motel Continental junto a la avenida Marginal que bordea la orilla norte del Mar de la Paja, o también a la más popular playa de Carcavelos perfumada por el aroma de las sardinas a la brasa que en las rocas o en la misma arena preparaban numerosos lisboetas.